Mientras voy navegando los vagones de algún tren
que aprendo a transitar,
me atrevo a confesar que me encandilo
con alguna hermosa mirada,
esto ocurre en una milésima de segundo,
quizás, en un poquito más.
En ese instante trato de adivinar
como será cuando llora,
como acariciará a un perro
o como se levantará un domingo por la mañana.
El tren llego a su estación
y me despido sin decirle adiós