...PIJAZOS Y LECHAZOS, DIGO, FLECHAZOS...

 Imagino tu lengua como una avalancha

Que pasa por mi cuerpo llevándose todo por delante
Una especie de scanner corporal con conexiones de saliva y fluidos
Cuando pienso en tu lengua la imagino inquieta pero no por eso errante.
Todo lo contrario.
Tu lengua tiene puntería, y como una faca volando hacia su mira, ella saborea mi clitoris erecto.
Lo hacés con amor, con pasión, como si fuese tu mayor vocación, digo, "bocación".
De ese lado vos y tu lengua, y de este lado bueno, una mujer, con un cuerpo que tiene una concha abierta y húmeda, no, húmeda es poco, está empapada, inundada, que tiembla ante vos.
Es recíproco, es mutuo, nos llenamos de placer, la piel se me eriza, y podría morir en ese instante.
Me gusta besarte, me fascina chupártela, que me penetres la boca, que tu pija llegue hasta mi garganta, que me enmudezcas a pijazos, lamerte todo, lo palpable y lo que no puedo tocar. Lamerte el alma, el corazón y tus entrañas.
Que desparrames tu leche como fuegos artificiales interminables, que el placer te inunde los sentidos, que te olvides dónde estás, que la intensidad de ese momento te lleve a otro planeta para luego encontrarte liviano, acá, cerquita, flotando conmigo, fundido en mis brazos.
Penetráme despacio como si mi cuerpo fuera de cristal, besame la espalda, el cuello, las orejas, besame los miedos, las angustias, los dolores.
Mi masoquismo te pide también que me hagas el amor con fuerza, que lleves las riendas, que me agarres de los pelos, que curves mi columna hacia vos, que me agarres fuerte de las caderas, que tus huesos sientan mis huesos, que tu respiración me aturda los oídos, que tu cuerpo se fusione con el mío, que me muerdas la nuca, que me azotes el orto, y principalmente que no me dejes ir. Nunca. Ni de vos. Y mucho menos de tu corazón.