miércoles, 3 de septiembre de 2025

...ARTISTA NO EMPRESARIA...

Me hubiera gustado ser empresaria y no artista. Que mis desvelos fueran cuentas mal cerradas, dinero que se escapa, negociaciones que caen como hojas secas. Que el motor de mi alma fueran los negocios, no este temblor de sentir que me arrastra. No sé aún si fue destino o condena, pero me tocó ser artista: vivir con el espíritu encendido, navegar en aguas profundas, ahogarme y resurgir, estallar en colores para luego teñirme de negro, porque un destello de emoción atravesó mi pecho. El sentir es mi motor, pero también mi ruina; me levanta, me entierra, me devora. Escribo llorando hacia adentro, con el cuerpo como un río tapado, a punto de desbordar. Miro al empresario a mi lado y lo envidio: sus dolores son números, sus batallas son corbatas, sus derrotas jamás se manchan de lágrimas. Yo creí que ellos eran esclavos de la rutina, pero no… esclavos somos los que pensamos con el corazón. A nosotros no nos protegen las estrategias, ni los planes, ni las advertencias. Solo este músculo insurrecto, este corazón salvaje que late hasta desgarrar, y que, a veces, quisiera arrancarme del pecho.

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